jueves, 19 de junio de 2008

¿Puede la tecnología mejorar la calidad de los arbitrajes de fútbol?


Ante los escándalos y sospechas por los "errores" arbitrales en el Mundial, la polémica sobre el rol que la tecnología podría jugar en el fútbol volvió al ruedo. El presidente del al FIFA, Joseph Blatter, reconoce las falencias y se muestra a favor de cambiar los métodos de designación y selección de los árbitros, una trama que lo involucra. Pero como en Francia 98, se niega a introducir los aportes de la tecnología.

La pregunta clave es: ¿El posible error del árbitro es parte del espectáculo futbolístico? El suizo Joseph Blatter, presidente de la FIFA, cree que sí y, por eso, descarta de plano, manteniendo la palabra empeñada durante el anterior Mundial de Francia, el uso de la televisión y otras tecnologías como complemento arbitral. Así que, a pesar de los espantosos arbitrajes vistos durante este Mundial, no hay que esperar que nada cambie para Alemania 2006. "Si convertimos el deporte en una ciencia, le quitamos su emoción. Ya nadie discutirá si hubo o no posición adelantada, si una falta fue adentro o afuera del área...", argumentó Blatter.
En México 86 el mediocampista español Michel batió al arquero brasileño con un disparo que se estrelló en el travesaño y, luego, se introdujo en el arco, aunque el efecto que llevaba la pelota la devolvió al campo de juego. El árbitro no concedió el tanto, aunque la televisión mostró que la pelota había rebasado por completo la línea de gol. Con la famosa "Mano de Dios" de Diego Maradona en el mismo campeonato, sucedió algo parecido. Sin embargo, claro, pocos se atreverían a imaginar un desenlace distinto para aquel torneo, que consagró para siempre al "10", el más grande de todos.
Pero hay más, porque la historia del fútbol ofrece un amplio archivo de goles (que no fueron), penales (no cobrados) y otras infracciones (inventadas) que podrían haber torcido el rumbo de competencias de la talla de la Copa del Mundo. ¿O acaso España se lamenta sin razón los dos goles legítimos que no le cobraron durante el partido que finalmente perdió con Corea del Sur? No, y esa es, precisamente, la causa que ha llevado la polémica a límites inusitados. ¿Para cuándo la inclusión de tecnología en el fútbol? ¿Por qué no recurrir al monitor de TV para decidir sobre algunas jugadas clave?

El debate está abierto, aunque es difícil imaginar un clásico entre Boca y River en el que, mientras el árbitro analiza en un monitor la legitimidad de un gol, 50 mil personas esperan la confirmación durante varios segundos. Lo cierto es que, por el momento, la tecnología sólo sirve para poner en evidencia los errores arbitrales y, en todo caso, para suspender a algún hombre de negro o multar a algún jugador que exagera una falta. Pero todavía no tiene incidencia sobre los resultados, que es lo que reclaman quienes piden transparentar el fútbol.

La FIFA se niega sin eufemismos: aún no hay un solo modelo ni proyecto orgánico que apunte a introducir la tecnología en el fútbol. Sin embargo, se habla siempre de las mismas (¿obvias?) opciones: instalar sensores o cámaras en la línea de gol para determinar si la pelota entró o no, poder chequear en un monitor de consulta la legalidad de una jugada dudosa, implementar un sistema tipo "Telebeam" para controlar las posiciones adelantadas y hasta jugar con un balón que emita un sonido estridente al ingresar al arco, tal cual las alarmas antirobo de los negocios.

"Cualquier cosa que implique la incorporación de un monitor no garantiza eficacia", dicen los opositores a la tecnificación del fútbol. Y el argumento suena sólido: si, en un programa de TV, cinco árbitros, sin presión, no logran ponerse de acuerdo acerca de lo que pasó en una jugada, aún después de verla cinco, diez, quince veces, nada garantiza que el árbitro no se equivocará al tener que juzgar el mismo choque en un monitor, muy presionado y en tiempo real, durante un partido.

Tommy Soderberg, uno de los directores técnicos de la selección de Suecia es uno de los actores más proclives a la introducción de la tecnología en el fútbol. Sin embargo, el entrenador dice que antes habría que analizar la posibilidad de que los partidos sean dirigidos por dos árbitros. Y aunque le abre la puerta a los beneficios que, en pos de resolver jugadas polémicas, podrían aportar la TV y otras tecnologías, dice que eso vendrá después: "Tengo en mente las experiencias que hay con el hockey sobre hielo, pero antes hay que repartir el campo en dos mitades".

Abierta la discusión, en el horizonte aparecen otros deportes como, por ejemplo, el hockey sobre hielo, citado por el técnico sueco, o el fútbol americano y el rugby, en los que hay más de un árbitro que, según el deporte, están comunicados entre ellos y/o pueden chequear lo sucedido en un monitor de TV. En la NFL, la liga estadounidense de fútbol americano, por ejemplo, el sistema de arbitraje permite que se cuestionen algunas decisiones y que el juicio se defina en el monitor. Aunque, claro, hay que considerar que el fútbol americano resiste mucho mejor las interrupciones, que al igual que en el básquet, es una característica del juego.
Las palabras de Blatter que vuelven "circunstancias del juego" a los errores de los árbitros no lograron acallar el griterío de sus principales críticos, que vociferan desde España, Italia y Francia, donde se relaciona la elección de jueces de países sin tradición futbolera con las necesidades electorales, corporativas o mercadotécnicas de Blatter. Indicios no les faltan: basta tener en cuenta que Mahamed Saeed, un jefe de policía de las Maldívas; Elise Doriri, un vendedor de Vanuatu, y Saad Kamel Mane, un sargento kuwaití dirigieron partidos mundialistas. ¡Volvé, Castrilli! ¡Y traé una tele!



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